Las indicaciones urbanas le conducirán por medio de este laberíntico barrio hasta llegar a un anchurón arbolado desde el cual se asciende, a pie, al mirador de la bala. Desde esta azotea espléndida, se puede contemplar, una vez más pero desde un ángulo novedoso, este singular enclave humano y paisajistico que es el viejo Guadix, con las cuevas rodeándonos por completo y sucediéndose hacia el norte la pesada mole de la alcazaba, los campanarios y torres de iglesias y palacios, detrás la catedral y al fondo las arboledas de la vega recortadas sobre acantilados de arcilla. Una subida de escaleras y rampa nos dan entrada al mirador.
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