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Los Siete Varones Apostólicos

“Habiendo sido ordenados en Roma por los Santos Apóstoles, Torcuato, Tesifonte, Eufrasio, Indalecio, Segundo, Cecilio y Esiquio, fueron enviados a España, todavía dominada del error pagano, a predicar la fe católica. Éstos, como llegaron a la ciudad de Acci (Guadix), fatigados del camino, se quedaron en las afueras para descansar, enviando a algunos de los discípulos a la ciudad a comprar víveres con que reparar las fuerzas perdidas y matar el hambre. Mas, apenas entraron éstos en la ciudad, he aquí que una multitud de gentiles que celebraban aquel día la fiesta de Júpiter y de Mercurio les salió al encuentro; al conocer los piadosos intentos de aquéllos, de predicar la fe de Cristo, comenzando, a perseguirlos, y yendo tras de ellos hasta el río. Mas hundiéndose entonces milagrosamente el puente, cayeron todos al agua, siendo sumergidos por ella, librándose así aquéllos de la muerte.

Enterados del acontecimiento los que quedaron en la ciudad, llenáronse de terror. Más de entre ellos hubo una mujer nobilísima llamada Luparia, que movida interiormente por el Espíritu Santo, les envió nuncios, recibiéndolos luego muy devotamente, apenas supo el motivo de su llegada, y prestando fe a la doctrina que predicaban, pidió el bautismo inmediatamente. Dijéronle los v. a.: ‘Haznos antes una iglesia y un baptisterio’. Y, habiéndolos hecho, fue bautizada, y siguiendo su ejemplo se bautizó todo el pueblo. Después de esto, a fin de dispensar la gracia de la fe a otras gentes, se distribuyeron por diversas ciudades, haciendo numerosísimas conversiones, tocando a Torcuato, Acci; a Tesifonte, Bergi; a Indalecio, Urci (Almería); a Segundo, Abula; a Eufrasio, Iliturgi; a Cecilio, Ilíberis, y a Esiquio, Carcesa. Los cuales, después de una muerte dichosa, volaron a Dios. Sus reliquias obraron muchos milagros y beneficios entre los fieles, siendo por su medio arrojados los demonios, devuelta la vista a los ciegos y logradas cuantas gracias y favores les piden sus devotos. No he de callar, sin embargo, uno de los grandes prodigios que por su intercesión obra Dios todos los años la víspera de la fiesta de estos santos y que se perpetúa hasta el presente. Porque habiendo plantado estos santos Varones un olivo a la entrada de la iglesia, todos los años en la víspera de la fiesta se cubre de flor, que al día siguiente se ha convertido en hermosas aceitunas, que el público devoto se apresura a coger para usos devotos, siendo su número tal que da para llenar varios canastos de ellas”. Cuenta la tradición que San Torcuato fue martirizado y enterrado en Face Retama, lugar de peregrinación todos los años el 15 de mayo.

Aquellos interesados en esta historia, la podrán comprobar dentro de la catedral, en la capilla de San Torcuato.